jueves, 18 de septiembre de 2008

Las polémicas del Príncipe de Asturias de los deportes

El galardón más importante del deporte en España no tiene tanta aceptación fuera de Europa, lo que ha provocado situaciones insólitas.
Si repasamos el palmarés del Príncipe de Asturias de los deportes, observamos nombres que han pasado a la historia por méritos propios: Juan Antonio Samaranch, Sergei Bubka, Miguel Indurain, Carl Lewis, Martina Navratilova... Es evidente que estos ejemplos se lo merecían, tanto por su aportación deportiva como social -sobre todo en el caso del presidente de honor del COI-, pero no a todos les ha hecho la misma ilusión.
Lewis, Navratilova y Lance Armstrong son los tres únicos premiados que no han ido a recogerlo, y por razones bastante peregrinas. El hijo del viento fue distinguido con el galardón en 1996, en el año de su despedida de la competición, pero no asistió a la ceremonia de entrega porque no encontraba el pasaporte para viajar desde Estados Unidos.
El caso de Navratilova es puramente económico. La premiaron en 1994, pero no fue porque la ceremonia de entrega del Príncipe de Asturias le coincidía con un partido de exhibición donde una cadena de televisión le pagaba cinco millones de dólares. Lo de Lance Armstrong roza la prepotencia: no fue a recogerlo en 2000 porque se encontraba de vacaciones y no le salía rentable viajar hasta Oviedo.
¿En serio se lo merecen?
Hay otros ejemplos de premiados que, quizá, no lo merecen tanto como otros. En 1990, Sito Pons ganó el Príncipe de Asturias de los deportes por haberse proclamado bicampeón de motociclismo en la categoría de 250cc en 1988 y 1989. En este mismo deporte, es flagrante que todavía no haya sido premiado -aunque sí nominado en varias ocasiones- Ángel Nieto, que descubrió el motociclismo al gran público gracias a sus 12+1 títulos mundiales.
En 1997 se lo dieron al equipo español de maratón. El argumento que dio el jurado es que habían ganado el Campeonato de Europa de 1994 (primero, segundo y tercero), el Mundial de 1995 (Martín Fiz), el Mundial del 97 (Abel Antón) y la Copa del Mundo de 1997. No obstante, en los años posteriores no han vuelto a gozar de un éxito parecido, y para muestra, sólo hay que repasar la actuación de los maratonianos en los últimos Juegos Olímpicos.
El caso del premio de 2003 es, quizá, el menos oportuno visto lo que ocurrió después. El Tour de Francia se alzó con el premio por, según reza el acta del jurado, encarnar "los valores más nobles: el esfuerzo personal, el trabajo en equipo y el espíritu de superación". En 1998 ya había estallado el Caso Festina, en la edición que ganó Marco Pantani, aunque en 1999 fue descalificado del Giro por positivo por EPO. pero con la llegada de Lance Armstrong parecía que se había recuperado algo del prestigio perdido. En 2006 saltaba el escándalo de la Operación Puerto contra el dopaje masivo, con Jan Ulrich, Roberto Heras o Ivan Basso entre los implicados, hundiendo definitivamente este deporte que, aun hoy en día, mantiene la sombra de sospecha.
Fuente:
http://www.adn.es/deportes/20080903/NWS-0682-PRINCIPE-ASTURIAS-POLEMICA.html

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